El ministerio de Alejandro Bullón se destaca en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El niño nacido en la humilde ciudad de Jauja, Perú, pasó su adolescencia y su juventud en los alrededores de la Universidad Peruana Unión, donde fue bautizado, estudió Teología, se casó y fue ordenado al ministerio. En su trayectoria vocacional, transcurrida en gran parte en Brasil, fue pastor de iglesia, director de jóvenes en asociaciones y uniones, evangelista y secretario ministerial para América del Sur. De hecho, permaneció 17 años en esa última responsabilidad, lo que lo convirtió en el pastor con más años de servicio en esta área en la División Sudamericana.
Escritor prolífico, el pastor Bullón ha publicado varios libros que tratan diversos temas, como la vida cristiana, el discipulado y el liderazgo. Curiosamente, sin embargo, nunca había escrito una obra que abordara exclusivamente los desafíos del ministerio. En el año del centenario de la Asociación Ministerial, fue invitado a preparar un material especialmente dedicado a los pastores adventistas, titulado Un ministerio, una vida, que será lanzado en el último trimestre de 2022. En esta entrevista, comparte algunas reflexiones sobre el ministerio.
¿Qué significa para un ser humano finito y pecador, como nosotros, ser el sueño de Dios y formar parte de su misión?
Jamás encontraremos palabras adecuadas para definir o describir el amor de Dios. Nos amó siendo aún pecadores y sacrificó a su Unigénito para rescatarnos de la muerte, a donde nuestra rebeldía nos había llevado. Y en el caso de los ministros fue mucho más allá: nos llamó para que fuéramos los proclamadores de las buenas nuevas del evangelio. Es como si Dios un día hubiera cerrado los ojos y soñado con seres humanos a quienes, aunque pecadores e indignos, pudiera confiarles una sagrada misión. ¡Qué amor incomparable! ¡Qué misterio! Pecadores arrepentidos y transformados, que ayudan a otros pecadores a encontrar el camino de la salvación
Siendo que hay tantos libros para pastores, tantos materiales, tantos consejos, ¿por qué escribir un libro más sobre el tema? ¿Qué aportes dará este texto al ministerio de quienes lo lean?
Los seres humanos tenemos diferentes perspectivas de un mismo cuadro. Este libro fue escrito desde la perspectiva de un pastor que enfrentó luchas y conflictos personales, pero descubrió el maravilloso amor de Dios, e hizo de Jesús no solo su Redentor sino un amigo diario en el sendero de esta vida. Escribí con el corazón, y desde la experiencia. Traté de no perderme en la teoría, sino hablar a mis compañeros de mis propias batallas espirituales y de los conflictos a los que el ministerio nos lleva.
¿Qué consejo daría a un pastor que siente que no fue llamado por Dios en alguna forma “espectacular” o “milagrosa”?
Dios tiene diferentes maneras de llamar a un ministro. A Jonás lo condujo al fondo del mar. A Moisés, lo hizo a través de una zarza ardiente. En el caso de Saulo de Tarso, permitió que cayera por tierra y tragara polvo. ¡Incidentes espectaculares! Pero en el caso de Timoteo no hubo espectacularidad ninguna. Lo llamó desde su niñez, de un modo apacible, usando a su madre y a su abuela como voceras del llamado divino. Sin embargo, lo importante del llamado no es la forma en que se nos presenta el desafío, sino la certeza interior de que el ministerio no es meramente un trabajo sino la razón de nuestra vida.
¿Cuáles son los tres desafíos más importantes que hoy enfrentan los ministros adventistas?
El más grande desafío de los ministros de todos los tiempos ha sido convivir de manera victoriosa con la naturaleza pecaminosa con la cual vinimos al mundo después de la caída de nuestros primeros padres. En el momento de nuestra conversión, esa naturaleza es crucificada, pero se conserva latente hasta el día de la venida de Cristo, y al menor descuido puede resucitar y arrastrarnos a los senderos del mal. Esta es una lucha diaria y constante, y solo llega al fin el día que descansamos de los afanes de esta vida. Sin embargo, el desafío para los ministros de hoy es el secularismo. Me refiero a un “evangelio” extraño, que enseña que la gracia de Cristo es simplemente perdonadora y no transformadora. Esta manera de pensar conduce al conformismo y a la mediocridad espiritual. Olvidamos que Dios nos ama y nos acepta como somos pero desea llevarnos a las alturas de una vida coherente y victoriosa. Las redes sociales, que son la herramienta más poderosa de comunicación hoy, son instrumentos que el enemigo está usando con mucho éxito para transmitir su mensaje de estancamiento y relajamiento espiritual. El ministro no puede caer en esa trampa.
¿Qué recuerdos tiene con respecto a su paso por la Asociación Ministerial de la División Sudamericana?
Fueron momentos felices. Diecisiete años que volaron, literalmente. En ese tiempo aprendí a conocer mejor a mis compañeros pastores, y a ayudarlos a enfrentar sus luchas y problemas. Conversé con muchos, en silencio y a solas. Los escuché, los vi derramar lágrimas y los animé a levantarse y a continuar. Si un día pudiera escribir un libro con cada historia (lo que nunca haré, por lealtad a la confianza que ellos depositaron en mí), sería un compendio de historias conmovedoras y dramáticas.
¿Qué mensaje querría dejar a los pastores?
Ustedes son la generación que debe terminar de predicar el evangelio. Me lo dijeron cuando yo era un joven pastor, y después de cuarenta años de ministerio me jubilé y Cristo no vino. Sin embargo, cuando veo el mundo de hoy y los dramas por los que atraviesa, estoy cada vez más convencido de que la realización de la bendita esperanza está más cerca que nunca. No te desanimes, no claudiques ni des un paso atrás. Solo tienes un camino. Levanta tus ojos, mira a Jesús, y camina hacia adelante a pesar de los obstáculos y las dificultades que puedan surgir en el camino. Recuerda que desde que estabas en el vientre de tu madre ya eras el sueño de Dios. ¡Y el Señor no conoce fracaso!