Las normas de la iglesia responden a una cuestión importante: ¿Cómo deben vivir los cristianos? La mayor parte del contenido de la Biblia trata sobre cómo debemos vivir; cómo debemos relacionarnos con Dios, con las personas y con la naturaleza. El cristianismo siempre ha enseñado el valor y la necesidad de las normas bíblicas, y la Iglesia Adventista ha continuado con esta tradición bíblica. Cuando los adventistas afirman que las Sagradas Escrituras son su único credo, quieren decir que todo lo que dice la Biblia acerca de la vida cristiana debe ser aceptado y puesto en práctica. Hay una serie de normas bíblicas que aquellos que se unen o se han unido a la iglesia deben demostrar en su vida cristiana. Esto evidencia que la persona acepta a Cristo como su Salvador y su Señor.
Las normas de la iglesia y el evangelio
Si bien no debemos equiparar las normas bíblicas de la iglesia con el evangelio, tampoco debemos minimizarlas. Las normas presuponen el evangelio y lo tienen como centro. En otras palabras, las normas de la iglesia deben contribuir al desarrollo del significado de la Cruz y sus implicaciones para la vida de los creyentes; son la respuesta al amor de Dios revelado en la cruz de Cristo. El Señor no permitió que sus seguidores decidieran cómo debían vivir. Nos reveló exactamente cómo la obra de Cristo debe impactar nuestra vida diaria a través del ejemplo de Jesús, las Escrituras y la guía del Espíritu. Cuando se ponen en práctica, las normas de la iglesia revelan la obra que el Espíritu Santo está haciendo en nosotros.
Contenido de las normas
Las normas bíblicas se ocupan de las dimensiones espiritual, moral, física, social y material de la vida.
Espiritual. La espiritualidad crece y se fortalece mediante la oración, el estudio de la Biblia, la proclamación del evangelio, la asistencia a la iglesia y la observancia del sábado.
Moral. Dios está interesado en la pureza moral de su pueblo y su compromiso con una vida santa. Entonces, lo que la gente ve, lee, escucha y piensa importa. En consecuencia, los cristianos deben someterse voluntariamente a la voluntad divina revelada en los Diez Mandamientos y, sobre todo, en la vida de Jesús.
Física. Dios quiere que los seres humanos tengan una vida plena; por lo tanto, es importante practicar principios saludables. La forma de vestir de las personas también es significativa, ya que revela los valores en los que creen. La modestia, la sencillez y la pureza deben ser evidentes en la forma en que los cristianos se visten y se adornan.
Social. El Señor está interesado en cómo nos relacionamos con los demás diariamente. Esto se aplica a la familia (esposo y esposa, padres e hijos), la familia de la iglesia y la sociedad en general.
Material, o de finanzas. Dios está interesado en bendecir y guiar a sus hijos en el uso adecuado de los recursos económicos, para ayudarlos a vencer el egoísmo natural y bendecir a los demás. En consecuencia, deben aplicar los principios bíblicos de mayordomía a la forma en que administran lo que tienen y el uso de los recursos naturales.
Estándares colectivos y personales
Para que la iglesia mundial trabaje unida y hacia una meta común, debe estar de acuerdo no solo en sus doctrinas y su misión, sino también en las normas de vida requeridas de sus miembros. Estos estándares, aceptados por toda la comunidad de fe, son el mínimo (no el máximo) de lo que se espera. Se basan en pasajes bíblicos o principios bíblicos (por ejemplo: no fumar y no consumir drogas son conductas basadas en principios de salud que son bíblicos). Esta conexión con las Escrituras los hace autoritativos para la comunidad mundial de creyentes.
Sin embargo, algunas normas individuales o personales no son necesariamente promovidas ni requeridas por la iglesia mundial. En tales casos, los miembros no deben tratar de imponerlas a los demás. Son decisiones individuales (p. ej., comer o no huevos o queso; tener o no tener un televisor en casa). La gente debe tener cuidado de no desarrollar una actitud de superioridad y orgullo religiosos. Finalmente, todo lo que hacemos debe realizarse para la gloria de nuestro Señor, Creador y Redentor.
Sobre el autor: Exdirector del Instituto de Investigación Bíblica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día